Por Marta Magdalena Ferreyra (*)
el cuerpito de la palabra
resguardó esta imagen suya en mi silencio
cursivas o raíces trepan los renglones
y trenzan la esterilla de una palabra
estoy descalza sobre mis silencios
como la libélula que tiene el apuro del aire
como el vaivén del sinsentido
en la boca demudada de mi poema
desando las costuras del silencio
camino en la cornisita de tu palabra muda
hago equilibrio con los brazos abiertos
y te siento tan cerca
que la voz se vuelve tacto
y la palabra un acorde del aire
Estás con el papel en blanco
y me desafía tu tinta golosa
me sonrío
me festejo en la ocurrencia de escribirme
de inventarme
Esa mujer que se despereza en el papel
saborea de a sorbitos las letras que se unen a otras letras
y traman las hebras de una escritura
de una mujer
la palabra rueda en un reloj de arena
y con otras palabras encienden playas de silencio
la soledad deja su huella con pies casi de aire
en esa misma huella cabe la otra
la que completa la que siempre fue presencia
letra más letra enhebradas en el nombre
un sonajero que silabea el sonido
que nos recoge en una palabra
como una foto que te recuerda de pronto
una imagen tuya en el precipicio de los años
se astilla la voz en la boca del estómago
y el nombre se abre en los cristalitos de cada sílaba
y nos sorprende desconocido y fresco
como un retoño del ánimo otra piel con tu piel
Fui a liberar palabras
y quedé atrapada en tu silencio
un ahora que te evoca siempre
un siempre que te evoca ahora
un canto antiguo que renueva
lento alivio como el cauce de la nostalgia
en los trinos que ruedan por el aire
en el aire que soy
cada palabra atesora una esquinita
donde cabila la lucidez del naufragio
una trastienda de la razón
un peldaño flojo que da mareos
cada palabra lleva consigo su silencio
como la noche esconde el cuerpo del sol
entre el húmedo rocío de su sombra
(*) Estos poemas forman parte del libro de edición artesanal “Pasajera de la tormenta”, de Marta Magdalena Ferr